En los siglos XII y XIII, los glosadores surgieron como juristas que interpretaron el Digesto, una parte fundamental del Corpus Juris Civilis, utilizando glosas (notas al margen o interlineales) para explicar el alcance de sus párrafos. Entre los más destacados se encuentran Irineo y Acursio, quien compiló su trabajo en la Gran Glosa o Glosa Ordinaria.
A partir de 1250, la escuela de los postglosadores continuó este trabajo de interpretación y desarrollo del derecho romano. Juristas como Bartolo de Saxoferrato, Baldo de Baldis y Cino de Pistoya fueron esenciales para consolidar el derecho civil, ampliando su aplicación y adaptándolo a nuevas realidades.
Hoy en día, el Derecho Civil regula instituciones fundamentales como la personalidad, la familia y el patrimonio, abarcando los derechos de la personalidad (como el estado y la capacidad de la persona), los derechos patrimoniales (obligaciones, contratos y sucesiones), y las relaciones jurídicas familiares (matrimonio, filiación, patria potestad y tutela). Estas instituciones siguen siendo la base del derecho civil moderno.
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